Al salir a caminar me brotan versos,de repente siento un hambre profunda y olvidada de poesía de ser en forma de palabras. Sin rima ni estructura van surgiendo a cada paso. Uno, dos, tres… Dejadme aquí, en este silencio verde y frío, acompañada solo de las palmas ahora olas que se agitan y saludan al compás de un baile viejo hecho de tiempo y tristezas. Así, paso a paso, la ciudad se vuelve isla y yo me quedo en este mar donde ya no hay coches ni sirenas. Las paredes de los colegios hace rato que se tragaron ese ruido de niños de las nueve. Noviembre no es más que un mes cualquiera en un calendario atemporal. A mí dejadme las palmeras esos días en los que no quiero pensar.
Una nueva rutina, un paseo matutino descongestionante y un proyecto con el que acompañar de forma creativa este proceso en el que estoy. Un refugio para descansar del rigor académico y encontrar de una vez la armonía de estos dos ‘yoes’ míos. Llegó un jueves frío de noviembre. Por fin.
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